
La llegada del buen tiempo, el aumento de las temperaturas y la disminución de las lluvias dan paso a un fenómeno que cada vez afecta a un mayor número de población, las alergias.
La primavera y las alergias son conceptos que caminan casi parejos, ya que en esta estación la combinación del polen con partículas químicas procedentes de la contaminación crea compuestos complejos contra los que reacciona el sistema inmunitario.
Según datos de la
Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) el número de personas alérgicas aumenta cada año, aproximadamente un 2%, afectando en nuestro país al 25% de la población.
Pero no solamente es el polen la principal causa de las alergias, sino la combinación del mismo con otros elementos ambientales como la polución que puede llegar a alterar la fisiología de las plantas potenciando la agresividad del polen.
Según el alergólogo
Javier Subiza, en algunas ciudades como Madrid con un alto índice de contaminación (
aunque lejos de Top Ten de las ciudades del mundo más contaminadas), sus habitantes sufren de forma más severa los efectos de las alergias debido al cóctel explosivo que forman polen y contaminación por partículas diesel. Subiza afirma que las partículas son capaces de multiplicar por 27 la capacidad de un polen de ser alérgico, lo que sumado al hecho de que el 60% de los vehículos que circulan en una gran ciudad como Madrid funcionan con diesel, forma un caldo de cultivo fatal para los alérgicos.
En 2011, España alcanzó un
parque móvil que superó los 27 millones de vehículos con una emisión de un kilogramo de contaminantes por cada 100 kilómetros recorridos, dato que nos debe hacer reflexionar sobre la importancia del uso de transportes colectivos y sostenibles como Metro Ligero Oeste para la disminución de la contaminación y de sus efectos secundarios sobre la población.