Estaciones y trenes con historias que ponen los pelos de punta

29 Octubre 2025

Halloween es ese momento del año en el que las historias de fantasmas, leyendas y misterios se cuelan en la vida cotidiana. Pero no todas suceden en viejos castillos o casas abandonadas. Algunas tienen lugar entre raíles, túneles y estaciones, donde el paso del tiempo parece detenerse y los ecos del pasado siguen viajando. Hoy te contamos cuatro relatos reales, o casi, del mundo ferroviario que demuestran que, a veces, los trenes también guardan secretos escalofriantes.

Begunkodar Railway Station (India): la estación que el miedo vació

En el estado indio de Bengala Occidental se encuentra la estación de Begunkodar, un pequeño apeadero que durante más de cuarenta años permaneció casi en silencio. La historia comenzó en 1967, cuando el jefe de estación fue encontrado muerto tras asegurar que había visto el fantasma de una mujer caminando por las vías. Poco después, otros trabajadores afirmaron haber presenciado lo mismo y la estación fue abandonada.

Durante décadas, nadie quiso acercarse. Los trenes pasaban de largo y los lugareños evitaban la zona al caer la noche. No fue hasta 2009 cuando el gobierno local decidió reabrirla. Aun así, muchos siguen diciendo que, en las noches más tranquilas, se escuchan pasos sobre la grava y voces que no parecen venir de este mundo.

Kisaragi Station (Japón): el tren que nunca debía detenerse

En 2004, un usuario de un foro japonés relató en tiempo real cómo había subido a un tren que no figuraba en ningún horario. Según su historia, el tren continuó avanzando sin detenerse, hasta llegar a una estación desconocida llamada Kisaragi. No había personal, ni salida, ni conexión con el exterior. Solo silencio, túneles y un paisaje cada vez más extraño.

El hilo acabó abruptamente, sin que nadie volviera a saber del autor. Desde entonces, miles de personas han intentado buscar Kisaragi Station sin éxito. Algunos creen que es una leyenda urbana; otros, que fue una advertencia sobre los trenes que nos llevan a lugares donde el regreso no está garantizado.

Utterby Halt (Reino Unido): el guardavía que nunca dejó su puesto

En el condado inglés de Lincolnshire, una diminuta estación llamada Utterby Halt se ganó fama por un motivo inquietante. A finales del siglo XIX, un guardavía murió mientras inspeccionaba la línea en una noche de niebla. Desde entonces, los vecinos aseguran ver una luz moviéndose lentamente sobre las vías, como si alguien siguiera cumpliendo su turno con una linterna en la mano.

Los maquinistas que todavía cruzan por la zona cuentan que, en ocasiones, los sensores detectan movimiento en el cruce, aunque no haya nadie. Y aunque los trenes ya no se detienen allí, algunos dicen que, al pasar, pueden distinguir una silueta inmóvil junto al andén, vigilando su paso.

Canfranc (España): una estación entre sombras y secretos

Entre montañas y nieves pirenaicas, la monumental Estación Internacional de Canfranc, inaugurada en 1928, fue uno de los proyectos ferroviarios más ambiciosos de Europa. Su tamaño, con más de 200 metros de longitud, y su historia la han convertido en escenario de todo tipo de rumores. Durante la Segunda Guerra Mundial fue un punto clave para el paso de oro nazi y refugiados, y tras un accidente en 1970 quedó en gran parte abandonada.

Desde entonces, visitantes y trabajadores aseguran oír pasos en los largos pasillos vacíos y luces que se encienden solas en antiguos despachos. Otros hablan de figuras que cruzan los andenes cuando el recinto está cerrado. Aunque hoy parte de la estación ha sido restaurada, su aire melancólico y su historia hacen que siga siendo uno de los lugares más misteriosos de España.

 

Trenes que no existen, estaciones olvidadas, luces en la oscuridad… Viajar en tren puede ser una de las experiencias más tranquilas, pero también, en noches como Halloween, el escenario perfecto para que las leyendas cobren vida.

En Metro Ligero Oeste seguimos apostando por viajes seguros y sostenibles, aunque reconocemos que estas historias nos recuerdan algo importante: que el ferrocarril no solo conecta lugares, sino también épocas, recuerdos… y, a veces, fantasmas.

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